martes, 31 de mayo de 2022

El Pacto (2021) de Bille August


Se le ha reprochado a Karen Blixen ser supremacista, pero sus inolvidables recuerdos de África son irreprochables. Después de muchos años me reencuentro con Bille August, un cineasta clásico, quizá algo academicista, pero que sabe hacer girar los resortes del melodrama. "El Pacto" última película de este autentico discípulo de Bergman me recuerda a filmes como "Infiel" o "Encuentros Privados" de 
 Liv Ullmann, donde las relaciones amorosas pasan del rosa al negro. Pero ya no nos encontramos con personajes decimonónicos (véase "Gritos y Susurros") sino con personajes enteramente modernos, plenamente inmersos en el siglo XX.
    Hay muchas referencias en torno a este film: una, como bien ha señalado un critico podría ser "El Crepúsculo de los Dioses" de Billy Wilder, un autentico crepúsculo para la escritora, tanto vital como social, pero a mi me parece más acertada en lo que respecta a la trama a "Las Amistades Peligrosas" de Stephen Frears, sobre todo por ese comienzo de la mujer vampiro mirándose en el espejo, no muy alejada espiritualmente de los cuadros de Munch. El personaje de Karen Blixen, protagonizado por Birthe Neumann, guarda un indiscutible parecido con la autentica escritora, mientras que Simon Bennebjerg, a pesar de que le sigue el juego es un poco inexpresivo, demasiado anodino. No sabemos hasta que punto la escritora esta enamorada de él.
    Por lo demás en el entramado que hay entre los personajes principales (el pacto como lo llama Karen) está la gran mentira de este film, donde oímos chirriar más sus goznes, pero esto da paso a un ejercicio de poder autodestructivo que es donde reside lo más interesante. A pesar de que el tema es en líneas generales melodramático reina demasiado la claridad en sus exteriores, no vemos un solo día nublado, a pesar de encontrarnos en el norte de Europa, da la sensación de que siempre es verano. Esto lo hereda August de Bergman, que siempre hacia los rodajes en el estío, pero aquí es indudablemente un equivoco. Además reina demasiado el esteticismo en la puesta en escena, un rasgo original de August, que hace que la película no huela. Por eso lo más interesante sean ciertos guiños de guión, una adaptación de las memorias del propio Thorkild. La conclusión viendo este film y rastreando sus influencias es que toda la cultura nórdica (y por extensión la europea) está relacionada entre si de manera no solo intima sino también intimista. La película parece sugerir que todos nacemos con un pasado, y el dolor provocado por su recuerdo es inextinguible y nos transforma, tanto para bien como para mal.