Por lo general los personajes de Rohmer no tienen auténticos problemas, sino que se los crean ellos mismos para evitar el tedio, algo que es común en casi todos los films de la "Nouvelle Vague". Hay algunas excepciones, que para mi se encuentran entre lo mejor de su filmografía, ya que al ser más serias ganan en dramatismo, como "El amor después del mediodía" o "La inglesa y el duque". En la primera, ambientada en los primeros setenta, época de crispación e inadaptación, nunca sabremos cual será el destino de Chloé después de ser abandonada y eso (bien lo sabia Rohmer) es terrible, sobre todo después de que el guión se preocupara por construirle un pasado, una vida. Fréderic es incapaz de romper con la seguridad de los convencionalismos. Eso unido a un sincero amor por su mujer explica su cambio de actitud. La película tiene algo de visionaria y no ha envejecido con el tiempo.
En muchos de sus films el arranque carece de suficiente fuerza; quiero decir que nos introducimos en un día más de sus protagonistas, cuando se levantan para ir a trabajar o empiezan sus vacaciones. A algunos esto puede echarles para atrás ya que es un comienzo demasiado realista, demasiado estéril. Pero con la historia se le da completamente la vuelta a la tortilla. Lo que no es más que un capricho se convierte en un auténtico motivo para vivir. Se podría decir de Rohmer que es realista, que lima la ficción, pero no tanto como para caer en el documentalismo. El realismo y la objetividad como medio, como paleta pictórica, no como fin.
En el cortometraje "La Panadera de Monceau(1962)" la elección de los actores es natural, especialmente las actrices; Sylvie es la clásica burguesa y la panadera es el prototipo de la dependienta joven, tímida y dulce. De los seis cuentos morales cuatro(los largometrajes) son obras maestras. Después Rohmer entraría en los años ochenta con una serie de películas buenas, aunque un poco monocordes entre si. Son las "Comedias y Proverbios".
Rohmer es el más discreto de los directores de la "Nouvelle Vague"; su obra es un constante interrogarse sobre la realidad y las relaciones humanas, vistas estas no desde su lado más crudo, casi siempre amables, pero desencantadas, fruto de la inseguridad de sus protagonistas. Pero todas coinciden en una cosa: la búsqueda del amor. Esta busqueda es explicita en "Los Cuentos Morales" donde el protagonista masculino salta de la mujer A a la mujer B para al final volver a la mujer A.