viernes, 21 de julio de 2023

Paul Schrader, el último existencialista

Para Paul Schrader es fundamental el hecho de que el cine es tan bueno para expresar ideas como cualquier otro medio artístico o filosófico. Formalmente es un clásico, pero las ideas que hay detrás de sus trabajos son modernas. En algunas películas hay un contraste generacional entre lo antiguo y lo moderno (véase Yakuza, El Placer de los extraños). Pero también hay un contraste entre el sexo y la religión, fuerzas ontologicamente antagónicas para el cineasta cuyo contraste son el motor de sus obsesiones, como vemos plasmado en la psicología de los personajes de "Hardcore: Un mundo oculto". Sin embargo "Taxi Driver" no es tan profunda como la pintan, a pesar de todo el rollo religioso que tiene detrás (en este sentido la catarsis final estaría más justificada en la sin embargo demasiado optimista y osada "Posibilidad de Escape"), aunque está claro que es fruto del desencanto de los 70, "Yakuza" es una americanada (ya me entienden: japos matándose con catanas, etc) y "Hardcore: Un mundo oculto" y "American Gigolo" no están muy logradas (no ponen nada cachondo al personal). Sin lugar a dudas esta búsqueda existencialista elimina cualquier vestigio de erotismo. Además como reina la tensión extrema sus personajes dejan un regusto amargo. Es un cine tanto de ideas como de personajes, que algunos de ellos, acorde con lo intrincado y oscuro de las situaciones que viven, toman drogas. De aquí que su autor tome cierta identificación con estos caracteres, ya que el mismo Schrader las tomaba. Incluso algunos hacen ejercicio, practican el culto al cuerpo. A diferencia de sus admirados Bresson o Dreyer la trama, siempre fácil de seguir, y nunca demasiado enrevesada, es psicológica. De todos modos Schrader no es tan buen director como otros de su época, como Scorsese o Coppola, aunque si uno de los mejores guionistas de su generación.
    Volvamos a "Yakuza", para la que hizo el guion. Esta claro que la sociedad japonesa es compleja, cuyos códigos de conducta escapan a un occidental. De ahí que la película, a pesar de que es ante todo una historia de amistad, sea psicologicamente (ya no digamos sociologicamente) bastante tópica.
    "American Gigolo" (1980), ambientada en una especie de paraíso californiano, es bastante mas original en mostrar el universo de la prostitución de alto standing, en este caso masculina. Atrás queda ya el pesimismo ambiental de la década pasada. Las mujeres, a pesar de que engañan a sus maridos, son mostradas como seres indefensos y en absoluto egoístas. Las mueve más que el erotismo un profundo sentimiento de soledad. Este sentimiento no desaparece con la madurez, sino que se incrementa con la edad. Richard Gere sabe tratarlas con elegancia, es algo más que un simple juguete para ellas; en especial para Michelle, su partenaire. Un gigolo con un cierto sentido de la ética, que pone en tela de juicio algunas de las leyes morales impuestas por los hombres y las sociedades. Por tanto vemos aquí un conflicto entre ética y moral, más interesante que la propia trama policial. En esta película además el atrezzo es un reflejo de la psicología de los personajes, recurso un poco retórico pero efectivo en este caso. De todos modos sobrevuela cierto aire de tristeza: Julian a pesar de su profesión y de todos sus problemas quiere amar y ser amado.    
    En "Mishima: Una vida en cuatro capítulos"(1985) el minimalismo musical de Phillip Glass se corresponde con el minimalismo no tanto de la obra de Mishima como la del arte japonés que la encuadra. Un film, de los más ambiciosos que ha rodado, que pretende ante todo alumbrar las claves principales del trabajo del escritor japonés, dividido en cuatro partes unidas por un hilo principal, a base de flashbacks en blanco y negro. La segunda parte, titulada "Arte", parece sugerir que no hay belleza mayor que el culto al cuerpo, más placentero este incluso que el sexo. En definitiva Schrader esta interesado en la obra de Mishima porque, al menos para el, es el escritor japonés más existencialista, el que más se interroga implicitamente por el sentido de la realidad, y por lo tanto con el que tiene más afinidad.
    Tres años después Schrader vuelve a sorprender con el guion de "La Última Tentación de Cristo"(1988) dirigida por Scorsese. Esta película mas que ninguna otra obra de Schrader nos asombra por su espiritualidad y por un guion que es una versión más moderna de los Evangelios, uno de los puntos fuertes de este trabajo. El escritor y periodista Vicente Verdú sostiene que no es ahora tiempo de filosofías profundas pero discrepo de esta opinión: un visionado de este film es más necesario ahora que nunca, sobre todo en esta época de atosigante consumismo. Aquí nos volvemos a encontrar esa dicotomía entre sexo y religión, entre carne y espíritu, como bien señala Kazantzakis en el prólogo. Jesús no es sino una universalización en parte del judaísmo, fenómeno del cual pondría su piedra angular la adopción de la fe cristiana trescientos años después por el imperio romano. Una religión que ha ocupado nuestras profundidades para nosotros los europeos, como bien señala el filósofo Emil Cioran. Y es que de los sitios más inhóspitos (el desierto en este caso) surgen las religiones más profundas. 
    "La Última Tentación..." es tan poética como otras adaptaciones de la vida de Cristo, como puede ser "El Evangelio según San Mateo" de Pasolini, pero aquí todo resulta muy natural, tanto a nivel físico como psicológico. Jesús es un hombre más, con sus deseos y sus pecados, lo puedes tocar, notar su fisicidad. Para Schrader creer es estar abierto a cualquier posibilidad, abierto a cualquier milagro, lo que hace que veamos, entre otras cosas, la curación de la oreja de Malco. O crees (y esto implica ir más allá de la propia cotidianidad) o no crees. Pero esta fe o creencia no implica necesariamente el estar adscrito a alguna religión ya que lo más importante es lo trascendente en si, como bien demuestra en su tesis "El Estilo Trascendental". Ya los teólogos han interpretado con razón la Biblia con un sentido metafórico; Jesús es el inicio, junto con los griegos, de nuestra civilización. Schrader es un existencialista cristiano: al final de tanto dolor y desesperación surge la creencia en Dios. Pero ¿de que tiene miedo Jesús? A fin de cuentas de iniciar un camino, el cual no es otro sino el de la purificación, de aceptar su lado divino.
      Otra de mis películas favoritas de Schrader es "Aflicción"(1997) en la que parece sugerir que rebelarnos contra las circunstancias no nos sirve de nada; los vínculos sanguíneos solo generan culpabilidad. Estamos ante una película única en su género y en la historia del cine, tal vez la mejor de Schrader. Ninguna otra película muestra de esta manera el sadismo al que pueden llegar las relaciones sociales y el vía crucis al que esta sometido el protagonista. Ni siquiera vivir en un entorno natural es edificante. Y es que el director norteamericano es un director de obsesiones. El dolor, la desesperación, la muerte, son constantes en su obra, una obra de resonancias existencialistas: el sufrimiento nos esculpe. Esta película esta en las antípodas de "La Costa de los Mosquitos" en su visión del padre. En "Aflicción" el padre es castrador mientras que en aquella es un homenaje a la figura paternal donde lo extraño y lo entrañable conviven. Pero a fin de cuentas para Schrader esta figura es positiva y no dudara en dedicarle su tesis doctoral.

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