jueves, 17 de diciembre de 2020

Marianne Faithfull

Dice Schopenahuer que la nación más melancólica es Inglaterra. Hay bastantes rastros de esta melancolía en la música y en el cine pero el clímax viene con Marianne. Todos sus discos están impregnados de esta melancolía tan propias de la poesía de estas tierras del norte. Escuchándola uno se da cuenta de que es hija del país en que nació, de que siente su cultura en las carnes. Un país, el de Wordsworth, que debía de ser muy aburrido antes de la aparición de Los Beatles en los 60. Ella como persona me interesa poco (demasiados excesos) pero es en su rol de cantante donde se mueve como pez en el agua. Cuando fue el movimiento hippie ella no se hizo hippie cuando fue el movimiento punk ella no fue punk, siempre mantuvo cierta distancia con las modas. Empezó cantando en una octava superior pero su voz se quebró con el resentimiento de los años y entonces fluyeron las verdades de la vida y la experiencia por su boca, fruto de los vicios, las penas y los cigarrillos. Habrá quien le parezca que ha perdido con los años, que su voz es demasiado pequeña, una tomadura de pelo. Pero eso me recuerda que las grandes interpretes se caracterizan precisamente por eso, por interpretar más que por alardear, por no tener grandes pretensiones, por ser profundas siendo naturales. El caso más paradigmático de esto es Billie Holliday, la cual tiene con Marianne muchos puntos en común y no solo el cantar (como puede ser cierta tendencia autodestructiva).
    Marianne pasa del vitalismo de una Nancy Sinatra en "Down for Dover" al más profundo de los pesimismos en "Late Victorian Holocaust". Serán estos los dos polos por los que transitaran entre medias una amalgama de registros, pero eso si, siempre haciendo una fuerte apuesta por la melodía. Se la ha comparado con Edith Piaf, aunque solo sea por el mérito de haber dicho por primera vez la palabra "puta" en una película. También esta considerada como una de las cantantes de cabaret más reconocidas a nivel mundial. Esta claro que las mejores canciones de sus últimos trabajos las ha compuesto Nick Cave, como en su último disco el tema "The Gypsy Faerie Queen". Pero yéndonos un poco más lejos en el tiempo como olvidar la imprescindible "Crazy Love" de su álbum "Before the Poison(2004)", también compuesta por Cave, sobre las contradicciones del amor. Muchas de sus canciones son como joyas de relojería, perfectas, solo desgarradas por su voz. Esto último se plasma literalmente en "City of Quartz", donde la canción arranca con el sonido de alguien dando cuerda a una caja de música. O en el tema "Deep Water" donde tres notas repetitivas imitan el gotear de una estalactita. También hay desgarro, suavidad y dulzura en "For Wanting You" donde se nos habla con cierto resentimiento de las relaciones de pareja. Siempre ha preferido las canciones de desamor a las de amor desaforado.
    Hay melancolía en Marianne, pero también nostalgia, todo envuelto en un pasado mítico que le toco vivir al lado de los Rolling Stones. Y es que ella tiene un genuino estilo personal, un magnetismo, al igual que la mítica banda. Este estilo es el destilado de una superviviente, no solo de la época que le toco vivir, sino (y esto es importante) ante todo del contraste entre su imagen de celebridad y ella misma. Estoy seguro de que suscribiría lo que dijo Marguerite Duras, eso de que uno bebe porque vive en un mundo sin la existencia de un dios paternal. El origen de todo es el dolor, pero también el deseo.

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