Naruse dirigía dramas sentimentales y arriesgados; arriesgados porque tocaban una fibra delicada de la historia del Japón: el desastre de la guerra y sus consecuencias. Sentimentales porque Naruse es ante todo un paisajista de interioridades.
"Cuando una mujer sube la escalera" el personaje de Mama(que quiere decir "Madame" en japones) es el eje alrededor del cual circulan todos los demás. Es una visión suave y edulcorada del mundo de los bares(donde de hecho se seguía practicando la prostitución pero de manera velada) porque es la visión de la propia Mama, una mujer ya no tan joven pero sentimental que sube las escaleras nerviosamente, como si de un director de orquesta antes de dirigir una función se tratara, perdiendo un poco su inocencia de cada vez. Estamos ante una coda o secuencia-emblema que se repite a lo largo del film varias veces, cada vez con un sentido distinto, a la manera de las codas de la películas de Yasujiro Ozu. Se nota que el director a hecho un esfuerzo en crear una cotidianeidad acogedora, lo vemos en los posters, en lo cuadros y fotos que cuelgan de las paredes, que reflejan una vida idílica. Una visión más optimista que otras anteriores, como "La Calle de la Verguenza"(1956, Kenji Mizoguchi), esta última más cruda y realista, coetánea a la prohibición de los prostíbulos.
La película llega en ocasiones a ser un poco mojigata, como por ejemplo en la forma conservadora en que están vestidas las mujeres de los bares(no vemos un solo escote en todo el film), empezando por la propia Mama, que lleva un kimono tradicional, suponemos que para superar la censura cinematográfica de la época. Y es que para analizar el mundo de los prostíbulos en Japón tendríamos que remontarnos muchos siglos, unos prostíbulos que han ido progresivamente desplazando a las antiguas geishas, entrando en la modernidad. Esto es lo que refleja el film: unas mujeres solitarias en un mundo dominado por unos hombres insatisfechos y hastiados del vacío de sus vidas, de sus trabajos y de sus responsabilidades, a pesar de su buena posición social. Hay que recordar que el oficinista medio japones trabaja una media de diez horas diarias seis días a la semana, al cual se le exige además por parte de sus compañeros que se tome una copa a la salida del trabajo. Una doble moral en definitiva, pero una doble moral consentida por la sociedad, ya que los bares eran los sustitutos de la prostitución y eran, a fin de cuentas, legales en Japón y las esposas confiaban ingenuamente en la fidelidad de sus maridos. Este ámbito esquemático se repetirá también al año siguiente en el comienzo de "As a Wife, as a Woman"(1961).
Mama es un personaje como decíamos sentimental, a contracorriente, fiel a sus principios; uno de ellos podría ser amar pero sin hacer daño, sin herir a una tercera persona. Pero también puede llegar a ser temperamental. A grandes rasgos este seria el estereotipo de las mujeres, indudablemente autenticas protagonistas, de los dramas de Naruse, interpretadas casi siempre por la extraordinaria Hideko Takamine. Respecto a los hombres estos viven adaptados a los tiempos modernos, completamente americanizados. Pero todos, mujeres y hombres, viven practicamente a salto de mata. La sociedad japonesa había cambiado desde la derrota de la guerra: asistimos con Naruse a una especie de neorrealismo interior a la japonesa, a un drama realista, pero de sentimientos interiorarizados que terminan desembocando en la melancolía, sentimiento común en otros grandes del cine japonés, como los ya citados Ozu o Mizoguchi. La diferencia con ellos radica en que Naruse es, por decirlo de alguna manera, más urbano. Todas sus películas tienen repentinos giros, tanto positivos como negativos, que las hacen más sugerentes, como si cristalizaran. Porque, como bien demuestran sus guiones, al director japones no le interesa la filosofía superficial, sino la sabiduría de la vida, que viene reflejada continua e intercaladamente en estos.
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