A Houellebecq no le interesa tanto la filosofía como la sabiduría, si es que existe, ya que todo lo nihiliza con una prosa propia de un grupo de punk. Pero a pesar de todos sus excesos pornográficos, pesimistas o politicamente incorrectos más que como un escritor o un sabio lo veo como un amigo, de esos que te llevan de la mano y te muestran las verdades de la vida. Porque no debemos olvidar que él es el provocador del siglo XXI, en la linea de continuación de Voltaire, Baudelaire y Sartre. Por eso da la sensación de que no es demasiado original, como si ya nos sonara antes de conocerlo. Como decía Adorno:"Lo nuevo es la identificación de lo no idéntico". Houellebecq es exactamente lo que parece ser. De todos modos hay cierto victimismo en su obra, injustificado quizá porque este hace sombra y ahoga a las verdaderas victimas de las circunstancias sociales. Pero, a pesar de sus excesos y provocaciones, el no deja de ser un ladrillo más de esa gran catedral que llamamos mundo, sociedad.
Blog de Jose Maria Mosquera, gallego afincado en Pontevedra e interesado especialmente en cine y arte digital. Escribo artículos provisionales, siempre en continua revisión.
miércoles, 18 de agosto de 2021
Michel Houellebecq
Los trabajos de este escritor son siempre el resultado de rellenar una carencia, un espacio que no había sido transitado por el resto de los escritores: la bioquímica, el turismo, el terrorismo, etc...Temas de candente actualidad pero que no habían sido lo suficientemente ficcionalizados. "Plataforma" tiene una estructura circular: empieza y acaba con un asesinato. En esta novela la mujeres más sabias son las prostitutas tailandesas. Houellebecq hace burla de la sociedad de consumo; efectivamente parece que el refugio espiritual que le queda al hombre occidental es el burdo materialismo, como si Nietzsche o el existencialismo, por poner dos ejemplos, hubieran quedados desfasados ante esta opaca realidad. Como bien expresa el escritor en sus obras él no cree que el comunismo funcione, pero esta completamente desencantado del capitalismo y de la democracia. La única postura que nos queda: el cinismo, o por lo menos la ironía como forma de supervivencia. Porque a fin de cuentas ¿no estamos ante una fría mecanización de las relaciones humanas, las personas objetos de usar y tirar, como parecen reflejar las fotografías de Jed en "El Mapa y el Territorio"? Houellebecq habla de las relaciones humanas con la precisión de un entomólogo, va desgranando cada uno de los mitos capitalistas: el turismo, el ocio, los mass media, etc, para mostrarnos que a pesar de todo no son nada, son meros espejismos consumistas. Ni siquiera el sexo es satisfactorio en su totalidad, es también otro producto de mercado. Y es que podríamos decir que el escritor francés seria una especie de bon-vivant frustrado. Ni siquiera el dinero le parece importante.
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