sábado, 6 de diciembre de 2008

El Pez Gordo

El mensaje de "El Pez Gordo" está bien claro: es la historia de tres personajes que quieren encontrar un sentido a sus vidas en una sociedad alienante. La película no ataca con esto directamente, sino que nos muestra lo que sucede recubierto por un envoltorio de papel celofán; un mundo de convenciones, ejecutivos, managers y representantes, donde el lenguaje se ha vuelto utilitarista. Pero debajo de este envoltorio solo hay gente aislada, con los mismos problemas e inquietudes que tu, que yo y que cualquiera. Supervivientes más que trepas. Tanto el chico joven como Danny DeVito se replantean la existencia de Dios. Esto no le importa a Kevin Spacey. El solo piensa en trabajar, pero al final se equivocaba. No todo es trabajo en la vida. También hay que encontrar un sentido a la existencia, un rincón en este mundo para ser nosotros mismos. Es imprescindible. Por lo demás este trabajo de bajo presupuesto y de corte bastante teatral (su guion es su punto fuerte) y un pelín sobreactuado (claro que los actores lo hacen tan bien, en especial Spacey, que da igual) parece replantearnos el viejo debate ente hombre-joven/hombre-maduro, idealismo vs. realismo, el mito del Quijote a fin de cuentas.
     La película también parece sugerir que para madurar es inevitable equivocarse. Buen cine confesional, de confesiones mutuas, donde la confesión a los demás es una forma de redención. Dios, existencia, redención...estamos ante un film existencialista en la época del post existencialismo, todo son relojes y espejos como bien dice DeVito. Ni que decir tiene que el estreno de esta película paso sin mayor pena ni gloria entre la crítica, razón de más para enarbolar una lanza a favor de su humanismo, que no es poco.  Además el film se enmarca dentro de esos trabajos que protagonizo Spacey en el cambio de siglo, de tal éxito que podríamos denominarlos un subgénero en si mismos, gracias al gran magnetismo del actor. Sin duda "El pez gordo" es uno de los mejores, y uno de sus puntos más originales es que practicamente carece de esa crueldad tan común al arte moderno, de la que bien hablaba Adorno. En todo caso la crueldad vendría por parte de una sociedad que nos obliga a olvidarnos de nuestros sueños, pero para su director John Swanbeck siempre hay esperanza y optimismo a la vuelta de la esquina.

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