miércoles, 21 de septiembre de 2011

"In The Mood For Love (Deseando Amar)" de Wong Kar-Wai

Imitada hasta la saciedad y nunca superada el tema central de "In The Mood For Love" es el valor de la memoria. A veces me recuerda a Proust, porque, como decía este, la felicidad no es más que el recuerdo de vivencias pasadas. Los personajes de Wong Kar-Wai son personajes en busca de su identidad interior, una búsqueda en ocasiones transgresora y rebelde, otras intima y pacifica. Estamos acostumbrados al tópico de ver China como algo lejano y oscuro, producto de la época maoísta. Pero de repente llegó este director y se sacó un as de la manga: China es vital, está cargada de sensaciones que inundan nuestros sentidos. Pero también es dolorosa, muy dolorosa. Esta búsqueda se convierte en una persecución de la identidad, incluso algo más metafísico, una persecución del instante perdido. El tiempo todo lo diluye, y como decía Norah Jones del recuerdo de una persona apenas nos queda nada, tal vez una nota perdida en una habitación, o tal vez una mera abstracción (el amor que no vemos realizado), como el tema de esta película. La trilogía de Wong Kar-Wai (compuesta por "Días Salvajes", "In The Mood For Love" y "2046") toma un sentimiento, la nostalgia, como un punto de partida y lo exprime al máximo, casi a la manera de un homenaje. Pero es más aun: es una amor infinito hacia este sentimiento. Si, se puede tener nostalgia de una época que no hayamos vivido.
    El primer film de esta trilogía riza el rizo, ya que la búsqueda de la madre biológica por un chico adoptado no es sino un motivo para la añoranza por la juventud pasada de Wong. Precisamente uno de los mayores logros del segundo film es esa ambientación acogedora del vecindario de los protagonistas. A mi también me gustaría poder ver mi propia vida después de muerto como si de una película de cine se tratara. Contra lo que dicen algunos "In The Mood For Love" tiene un carácter oriental, ya que su mensaje es de una filosofía sencilla (que no simple), quizá por eso difícil de entender para nosotros. ¿Esta occidentalizado el director chino? Nos confunde quizás el hecho de que este fascinado con América Latina y su literatura, pero no debemos engañarnos: Wong viene de una cultura budista, aunque eso si, capaz de crear lazos con otras (cristianas en este caso) como Filipinas o Sudamérica. Es más, para el cineasta es lo mismo estar en Hong-Kong que en Buenos Aires: América es más oriental que el propio Oriente, este y oeste se funden.
    Aunque en sus películas la importancia de la trama y los personajes es secundaria, resulta curioso que una de las mejores, al menos para mi, sea "Días Salvajes", donde la identificación y la fascinación de las relaciones personales (a pesar de los malos rollos) son las más profundas de todos sus films. Hay en los personajes de Wong cierta inocencia porque a pesar de todo están siempre abiertos a tener nuevas relaciones; siempre hay algo de aventurero en ellos. Otra que me gusta es "Happy Together", donde los personajes viven atrapados por la incomunicación, solo los une el absurdo de su existencia. En vez de dar paso a una elipsis como resultado de un acontecimiento Wong introduce unos planos de los personajes para remarcar su soledad, un recurso evidentemente moderno. A destacar también el uso del blanco y negro que da paso al color cuando los protagonistas se reconcilian por primera vez. Volvemos entonces al tema del desamor, y que mejor para mostrarlo que un local donde bailan tango. De entre lo oscuro, lo caótico y lo desesperado sobresale lo sociológico y existencial. Al director chino no le interesan los grandes empresarios ni la política o la ingeniería sino los bajos fondos, las prostitutas, los desarraigados; la vida misma. Esto se ve especialmente en "2046" donde se conjuga, sabiamente, sexo y juego, ya que una cosa conduce a la otra. Ignoro si Kar-Wai es jugador, pero esta claro que esta es una de sus obsesiones: el juego de la vida. Ese juego que no es otro que el de "La Mano", donde vemos que las mujeres no son egoístas en el amor sino generosas, a diferencia de los hombres. Hacia tiempo que no veía un film con tanta vocación feminista desde los de Mizoguchi.
    Quizás como dice Nando Salvá el problema de Wong es que no sabe contar historias (cosa que si hacen algunos de sus personajes con la voice over, convirtiendo los films en reminiscencias) y ahora recordando en frío pienso que sus películas ganarían más si tuvieran una trama más desarrollada. Pero tal vez ya no sería él sino otro, más cercano a la sensibilidad de otros directores (pienso por ejemplo en Ang Lee y su soberbia, aunque más clásica, "Deseo, peligro"). Puedo comprender a los que lo detestan; a fin de cuentas ver a un asesino ligando con una chica con peluca en una hamburguesería no es profundo ("Fallen Angels");¿o cómo sentir las penas y pesares de unos jóvenes que ni siquiera han llegado a la crisis de madurez? ("Días Salvajes"). Pero no lo comparto: el secreto de Wong es que sabe identificarnos con sus personajes. Bazin distinguía entre cineastas que creen en la realidad y cineastas que creen en la imagen. Wong, a la manera de Bresson, pertenece a estos últimos. También a la manera del cineasta francés "In the Mood for Love" no es otra cosa que el intento irreprochable del artista de dominar y someter el caos, tema por otro lado común en el cine moderno, como por ejemplo "El Eclipse"(1962, M. Antonioni), película que ha influido claramente a este film. Tanto la película italiana como la china se caracterizan por una acción encerrada dentro de un marco fotográfico, a la manera de una fotografía animada, que se deja llevar por el preciosismo en el caso de la última: esto se recalca más en los ralentis y en los virajes monocromáticos. Una película más para sentir que para pensar, como el resto de su filmografía, y por extensión todo el cine oriental. 
    También recalcar el increíble color de la fotografía de Christopher Doyle (como olvidar ese increíble juego de amarillos y carmines, colores cuasi complementarios), artista que ha conseguido lo más difícil en esa disciplina: tener un estilo propio e inconfundible. El color no solo le da un toque pictórico a estas películas sino también una carga de expresividad. Para terminar decir que el rodaje duró alrededor de quince meses, por lo que hubo mucho material extra al que se le metió un tijeretazo, menos es mas como reza el dicho. El cine de Wong es un cine de interiores. Cuando le preguntaron a Sigmun Freud que caracteriza a una persona madura este contesto "aquella persona capaz de amar y trabajar"; esto es el motor de los personajes de "In the Mood for Love".

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